Tu recuerdo se había instalado en el rincón más ávido de mi locura.
Deseoso de tomarme por sorpresa, furtivamente, para lanzarse sobre mi y revolcarme. Para acabar frente a frente y arrancarme miles de besos.
El problema fue que cuando mi locura quiso comerte y envolverte por fin para estar juntos, te empezaste a replegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario