octubre 28, 2011

De acosos y limitaciones mentales

Me llena de tristeza tener que tomar este tema en mis manos pero en verdad lo considero el deber de toda persona que busque cuando menos un poco de congruencia.

El acoso sexual es una espantosa realidad en las instituciones de gobierno. La cultura machista imperante no acaba de entender que no es válido tratar de justificar conductas lesivas de la dignidad de las mujeres con base en cerrar los ojos ante tan abrumadora realidad o a fuerza de buscar explicaciones lógicas donde no las hay.

La falta de cohesión social ha derivado en una terrible indolencia ante hechos como estos en los que las víctimas se ven compelidas a ceder con el objeto de conservar el trabajo, llevar comida a la mesa y "no tener problemas" en casa entre otros muchos motivos.

Por virtud de mi trabajo tengo la enorme fortuna de poder ofrecer mi ayuda a personas que a veces se encuentran en tan difícil posición. Lo frustrante muchas veces es que los agresores logran tal grado de sometimiento que la víctima se llega a sentir eventualmente culpable y peor aún, anulada en su desempeño laboral y en su personalidad.

Dramático es que al interrogar a testigos y personas que podrían con su testimonio ayudar a detener este tipo de actos, se topa uno con intentos burdos de explicar racionalmente desviaciones de conducta que bien pensadas, deberíamos rechazar en todas sus formas de un modo categórico. Es quizá más preocupante, que en muchos casos, son las propias mujeres las que en lugar de cerrar filas al menos por identidad de género, generan explicaciones y construcciones mentales para dar sentido a lo que les ocurre.

Y es que cualquier mujer podría ser nuestra hermana, madre, novia, esposa o hija. Esperaremos hasta conjugar el verbo en presente y respecto de alguien que si tenga tal relación con nosotros? Me parece una apuesta muy costosa el jugar en tal ruleta.

El daño al tejido social y los estragos en la convivencia trastocan vidas. Vidas que son nuestra responsabilidad proteger si es que esperamos algún día acceder a una verdadera equidad en la que abreven nuestros hijos.

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