Hay un punto en el que no me encuentro a pesar de ver con profundo detenimiento el fondo de tus ojos.
Y quizá es la duda del tiempo no compartido en cuya validez el cielo se revuelve y me confunde. Cielo en el que me persiguen almas que no son tales sino tu imagen en una mañana en la que decidiste ser mía.
Por tí.
Y ¿ahora? ¿qué soy? Una imagen borrosa dentro de la memoria de una niña que no duerme si no escucha canciones que sólo son nuestras. Nuestras. De nadie más.
Y las nubes se tienden sobre mi tiempo, sobre mi alma, sobre mi partida... Me voy.
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