En la penumbra de lo inadvertido,
me pregunto, yo, la sombra olvidada:
¿A dónde vamos, las almas relegadas,
cuando nos destierran del sentido?
Será que acabamos en el limbo de los no pensados,
donde las caricias se vuelven bruma,
y el amor, en su agonía, suma
sus días y sus noches desolados.
¿Acaso terminamos en el mismo sitio incierto? Ese, que está cubierto por todos los pensamientos que dejan de ser pensados. ¿Como cuando uno muere en realidad?
Por los rincones de tu mente errante,
¿dónde me esconderé, figura ausente?
En el olvido que te es indiferente,
sólo soy un recuerdo palpitante o quizá, ya no.
Sabines, con su voz de triste eco,
narra la angustia de los abandonados.
Mientras, Whitman, en versos desgarrados,
lamenta la pasión que quedó en el trecho.
Quizás, en el abismo de la eternidad imposible,
floten las almas que dejamos de pensar.
Allí, en soledad insuperable, a punto de quebrar,
buscarán; buscaremos, su lugar, su verdad inflexible.
Pero entre el olvido y la memoria,
seguiré siendo el suspiro del que no escapas,
la nostalgia que, en silencio, atrapas,
y la eterna pregunta sin respuesta ni historia.
Porque, las páginas; esas mismas que escribiste, las deseas dejar en blanco.
En ese hueco abismal. Ese, que se tragó lo que antes, te atraía. La falta de eternas planicies.
"Amo su música y lo cariñoso que es"; hoy, a pesar de que aquí estoy y ...
quiero estar, pareciera que me has bajado del camarote de este tren.
El mismo al que, con tus manos y amor, le diste sentido.
¿A dónde vamos, cuando ya no somos?
¿Al limbo de los sueños que se desvanecen?
Allí espero, en la oscuridad que apetece,
hasta que, ...
quizás un día, otra vez nos pienses, esboces una sonrisa y ...
MJPA