septiembre 28, 2011

Delicias


Por algún motivo, danzar en torno a su recuerdo se convirtió en un error que era delicioso cometer. La dulce frontera de la sinrazón y la cordura que se pierde entre sus muslos era el territorio de su cabeza desde hacía días.

El deseo de besarla hasta sangrar del alma no dejaba de consumirle, de hacerlo arder por dentro en esperanza candente. Y es que había pasado una eternidad desde el último beso... una eternidad cada día en que los minutos, escurrían de a poco.

Sólo esta vez quisiera estar cierto de que arriesgarse más allá como siempre, le haría conocer con ella horizontes diversos aunque en ello perdiera el alma. Sólo quisiera ganarse al perderse, gritar al callar, vivir al morir, ...



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