septiembre 14, 2011

Anonimato


"Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.
 
Llora nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran,
aqui lloramos todos.
 
Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos,
maldecimos,
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse."

Mario Benedetti     




Me llamó poderosamente la atención la cantidad de ceremonias que se llevaron al cabo con motivo del aniversario de los atentados terroristas del once de septiembre en los Estados Unidos de Norteamérica. Lo que me parece digno de rescatar para nosotros como mexicanos de tales eventos, es el sentido de solidaridad que se dio, se respiró y se percibió en las imágenes que fueron transmitidas a todo el mundo y que amén de diferencias de todo tipo, unificaron a una gran cantidad de individuos.

La construcción de los así llamados "memorials" es algo muy anglosajón quizá. Los hay nacionales, estatales, por ciudad, etc.  Sin embargo, me parece que tal práctica no sólo cumple la función de generar una honra, recuerdo y respeto colectivos a los caídos "comunes y corrientes" (sin necesidad de que sus contribuciones o actos hayan sido objeto de veneración mundial o de inclusión en libros de historia o texto), con motivo de ataques, guerras o eventos similares sino que al hacerlo, dicha práctica solidifica los lazos de identidad ciudadana y pertenencia nacional. Incluso, una mayor identificación entre la población y sus instituciones en relación a los rumbos adoptados o por adoptar.

Y es que los individuos, al menos en la doctrina liberal que informa los Estados modernos y sus constituciones, no son medios. Es necesario así reconocerlo y expresarlo como sociedad en conjunto. Es necesario, como se ha dicho por parte de diversos actores de la sociedad civil involucrados en cuestiones de seguridad recientemente, llorar a nuestros muertos y reconocerlos, ponerles nombre y apellido. Es necesario para no dejarles en el olvido, para no traicionarlos, para no traicionarnos. Y es que esta lucha contra los señores del narcotráfico y la mafia es de todos los que evidentemente somos mayoría, de cada uno de los que nos llamamos mexicanos y que desde nuestra personal trinchera tratamos de abonar al futuro de este país. La denuncia, el no guardar silencio y no obviar el dolor o la desgracia del de al lado, el decir "no más" o "ya basta", nuestras armas. Si olvidamos eso, nos olvidarán.

En nuestro vecino del norte todo combatiente es veterano y todo caído tratado y honrado como un héroe. De este lado del Bravo, muchos muertos no tienen siquiera un nombre.



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