abril 25, 2020

Comprensión



Si. He flaqueado entre la soledad de mi alma, mis pasos han trastabillado muchas veces. Pero también, mi niño ha sonreído al verte caminar sobre la arena.

Y claro. Claro es que al apagarse las luces a veces, siento miedo. Pero cuando eso pasa, sólo me ha bastado verte a mi lado en la cama y abrazarte, sentir cómo te acurrucas junto a mi y tomas mi mano.

Y también, es cierto. No conozco mejor sonido que tu risa. Porque me hace reír desde adentro del alma e igualmente, es cierto que tus caricias son el bálsamo bendito que cura las heridas de mi corazón.

Y es que saberte cerca me hace agradecer a Dios mil cosas, respirar, vivir, estar, poderte simplemente... ver.

Porque el tiempo se me escurre entre las manos y mucho más rápido si es que no te vuelcas sobre mi.

Y es que sábelo, la idea de tener alma se me instaló nuevamente por ti, porque sin tus palabras, el sentido es poco, escaso, carente.

Por ello, me aferro al puerto seguro que eres, por amor.

El daño hecho a mi alma se pierde si me ves, si me tocas, si me amas.

Voy corriendo a veces con un pie, pero trato de alcanzar algo más que esta carne que me ata. Por tí.

Porque soy y tengo alma y tú me lo recordaste.

Despiertas al niño, el juego, la vida misma que pensaba no ser y no tener, esa que es capaz de fugarse entre las comisuras de tus labios si las beso.

Eres la única capaz de matar a los dragones de la ansiedad que a veces se agolpa, se tiende sobre mi. Me liberas.

Me regalas vida en cada respiro que tú das a mi lado.

Me regalas algo que jamás, ... por más que lo intentes, comprenderás.






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