Tomó un par de grandes ilusiones para después salir a la plaza principal de su vida y hacerla temblar.
Las puso en el fondo de sus ojos como parte del embrujo por virtud del cual, al caminar, el mundo y su corazón se detenían.
Afuera, el viento no se atrevía siquiera a soplar...
Al verlos, le era imposible no encontrar en el fondo del arcoiris aquello que siempre pensó suyo y hoy veía que nacía de ella con cierto misticismo.
No podía sino seguirla...
Entre las sábanas, los ecos de noches compartidas se confunden con el ardor presente y el futuro.
"No te marches nunca. Firma mi cuerpo una vez más..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario