Volteada, llorando, cruzada de brazos miraba hueca hacia la calle por aquella ventana.
En el cubo de las escaleras se escuchaba su andar decidido a terminarlo todo.
Un portazo. Silencio.
Fue hasta entonces que entendió que el orgullo no la podría besar cuando sus labios le faltaran.
The man behind the mirror
No hay comentarios:
Publicar un comentario