noviembre 17, 2011

Hoy

Tomó la vieja Olivetti esperando que sirviera. Retiró la cubierta tras ponerla con cuidado sobre el escritorio y la observó maravillado por la posibilidad que se le abría de contar mil historias y poner en blanco y negro lo que pensaba; y sobre todo, de un modo más formal que aquel cuaderno que llenaba a escondidas por las noches tras haber sido descubierto por su madre. "Qué es esto? Deja de perder el tiempo y mejor agarra un libro. "

Dos teclazos al azar. La cinta debía cambiarse pero parecía estar bien. Apenas se empezaba a dibujar una sonrisa en su rostro cuando se le hizo un hoyo en el estómago del sobresalto.

Cayó en cuenta de que no podría usarla. En casa imposible. En el colegio no dejaban trabajos a máquina. Los teclazos eran muy sonoros para ocultar la actividad y sacarla de casa era inútil pues en la escuela no podría usarla y no podría hacerlo sin ser descubierto. Al poco tiempo, compró otro cuaderno.

Pasaron los años y con ellos quizá mil historias que no se escribieron.

Hoy hay smartphones y blogs. Hoy hay tiempos muertos entre esperas de aeropuerto y muchas cosas que vuelan, iluminan, oscurecen, nublan adora y atropellan la mente de un hombre a sus cuarenta. Hoy quizá tenga otra historia que contar.







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