noviembre 28, 2011

Preocupaciones

Por un lado, se dan espaldarazos a la vieja usanza desde el poder mientras en el medio se dan unciones del mismo estilo y en la otra orilla, las reintentonas vacías se presentan no tan sólo mesiánicos sino también conciliadores con todo y todos.

Me preocupa cualquiera de estos escenarios. Me preocupo no tan sólo como ciudadano de un país con más de una "guerra" intestina en curso, sino como padre de dos.

Y es que recientemente, cuestionaba un amigo respecto de por qué en estas latitudes no nos contagiamos de alientos renovadores aunque quizá [re]fundacionales (añado yo). La respuesta, se la dije, en mi opinión es por pusilanimidad y su consecuente irresponsabilidad. Por falta de pantalones dirían los abuelos de muchos de nosotros.
Errores y aciertos aparte, el dilema político en el que el país se encuentra es pasmoso. Es aberrante imaginar un proceso electoral legalmente abierto en el que al árbitro le faltan integrantes. Y es que sabemos que duplicar la cantidad de asesores de los consejeros electorales (como lo han hecho) no es la solución ideal pero si lo que se debe de hacer ante la inevitabilidad de conformar las comisiones y comités que no sólo son legales sino también de creación digamos emergente, con motivo del proceso electoral. Esta parte de nuestra realidad ya me parece bizarra de cara a un proceso de renovación de poderes.
Dejemos incluso los cómos de lado por el momento porque en un país civilizado es el papel de la ciudadanía revisarlos a partir de los programas de acción y propuestas específicas de los diversos contendientes. Elementos que al menos por cuestión de tiempos, aún no están más que perfilados si tomamos como un ingrediente teóricamente necesario de los mismos, el contenido o los contenidos mínimos que han informado los docuemntos básicos de los institutos políticos. Y por supuesto, no implico o asumo en forma alguna que, a pesar de los notables avances en materia de participación, rendición de cuentas y transparencia, nuestra cultura política sea tal que hayamos alcanzado un razonable (no alto o mediano) nivel de análisis por parte de los votantes a la hora de tener que discernir entre las diversas opciones. Opciones que no me parecen mucho más que variantes de un mismo modelo de "catch all party" en el que la prostitución de la ideología y la congruencia son irrelevantes si se obtienen votos y sobre todo, los recursos que ellos conllevan.
Mi preocupación es porque no tenemos una tradición de diálogo. Porque el presidencialismo institucionalizado y constitucionalizado, si bien fue una necesidad en su momento para aplacar a los cacicazgos que aún se encontraban desperdigados por todo el país; de facto impidió la construcción de un diseño institucional en el amplio sentido del concepto, que permitiera la negociación política y más importante aún, la construcción de acuerdos a partir de la discusión pública e informada en ambos sentidos.

Mi preocupación, es porque el remedo de "debate nacional" se da entre actores alejados de la realidad e inmersos tan sólo en partisanos intereses. Mi preocupación es porque no hay tal de un modo recíproco entre gobernantes y gobernados. Porque el servicio al grupo o grupúsculo se ha vuelto el medio de ascenso o quizá nunca lo ha dejado de ser. Porque la meritocracia no se ha impuesto ni medianamente en un país que en esa misma medida, no puede aspirar a una mayor justicia social si no es capaz de paliar esas brechas que a veces me perecen abismales.

Un gobierno de coalición. Un gran pacto nacional con cargas y costos bien establecidos para cada actor que nos permita avanzar ya como país. Repensarnos. Replantearnos la nación que queremos ser en este siglo. En otros países se ha hecho ante crisis menos profundas pero con visión.

 Noooooo!!!!!!!!! Aquí no!!!!! Herejía!!!!!


Quizá...

Sólo pregunto entonces, qué se necesita para que nos demos cuenta de que debemos hacerlo o si la opción es seguir sacrificando generaciones de mexicanos.

México, ... ¡Despierta!




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