Irrumpió de súbito en la habitación. Llegó pidiendo a gritos silenciosos, acallados, explicaciones respecto de cosas inexplicables. Desencajada manoteaba hastiada de no entender.
¡Cómo si alguien entendiera algo!
Y mientras tanto, detrás de estos ojos todo ocurría en cámara lenta, como cuando el mundo se detiene en tu mente para asegurarse de que no dejará espacio sin rellenar de dolor que habrás de recordar.
Su voz y esas frases que no pude mantener fuera de mí me han cambiado.
Cada verdad tiene su historia.
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