Alianzas frustradas, convenios y palabras que no se quieren honrar, una vez más. La disciplina partidaria legítima no existe y las figuras al interior de las diversas estructuras buscan terrenos de pseudo neutralidad y con ello postergan posicionarse y según ellos, exponerse.
Nadie quiere romper abiertamente con Andrés Manuel y le hacen el juego por si requieren de apoyos en algún momento posterior, como si tuvieran un conocimiento diverso al que tenemos todos los mexicanos al día de hoy respecto del valor de la palabra empeñada por tan sui generis personaje. Por eso, entre otros intereses que en nada rozan siquiera el interés de la nación, Encinas no va en una alianza negociada por su partido con Acción Nacional argumentando coherencia y principios a pesar de que en otras latitudes se han materializado coaliciones electorales, legislativas y de gobierno por parte de corrientes entre las que en teoría existen pocas coincidencias ideológicas pero que logran superar las mismas con la mira puesta en objetivos más altos y generales. Ebrard por su lado, tampoco se desmarca del tabasqueño de manera definitiva sino que trata y ha tratado de manejar las cosas sin tener que entrar demasiado enfático al tema de su eventual condición de adversario frente a López Obrador de cara a la postulación presidencial del PRD. Cuando ha tenido que hacerlo, se refiere a ello siempre como si tuviese una confianza casi ciega en el respeto que, según su endeble pero necesario argumento (dada su posición), presuntamente habrá de demostrar AMLO a la decisión que no le favoreciera con la candidatura que tanto desea.
Y no es que defienda la mal llamada alianza que en realidad sería una coalición a la luz de las disposiciones aplicables, el tema no es ese en estas líneas. Lo preocupante es que en su intento por no parecer veletas, los personajes políticos del acontecer nacional se convierten en lo que tratan de evitar ser a los ojos del votante y desdibujan con su indecisión las esperanzas renovadoras en el Estado de México; y en tanto la política tiene un alto ingrediente mediático y de percepciones, generan inercias triunfalistas que bien vendidas pueden prender entre la población que sin memoria histórica desconoce los antecedentes de las peores crisis financieras del país y peor aún, ignora que la alternancia en gran medida tuvo que ver también con una sensación generalizada de que no podía continuarse con el insultante grado de corrupción e impunidad al que había llevado el PRI al país amén de las finanzas trastocadas.
Me parece que lo importante a fin de cuentas será que quien haya de llegar, lo haga con argumentos claros, marcando las diferencias y los rumbos, posicionándose como la propia naturaleza del ejercicio de la política lo exige. No aprovechándose de estar fuera del rango de tiro al ser una oposición que mañosamente guarda silencio cuando se le pregunta lo que ellos hicieron en más de siete décadas, no usando el aparato del Estado como tanto se criticó y tampoco tratando de salir ilesos de la lucha tribal y de sus andanzas políticas por si acaso requieren de apoyos en lo futuro.
La claridad mental abiertamente expresada es un activo que debemos empezar a apreciar de este lado del planeta pues la misma no evita las negociaciones sino que les dota de términos comprensibles para todos, las abre al escrutinio y por ende a una transparencia que permite al propio electorado asignar cargas, premios y responsabilidades. Ya es momento de empezar a hablar claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario