El Partido Revolucionario Institucional ha intentado desesperadamente de presentarse a sí mismo con una nueva cara. Esfuerzo vano en el que han sido exhibidos una y otra vez los mismos rostros de siempre bajo los mismos rituales de veneración de siempre. Para muestra, la toma de protesta del profesor Moreira como presidente de las huestes tricolores.
Los acarreos y la compra de voluntades se dieron según diversas crónicas de todo tipo de medios, a la más clara usanza príista de los setentas. Ciudadanos que manifestaron en su ignorancia ir a ver a los candidatos del PRI cuando el evento evidentemente no trataba de eso. El PRI mostró "su músculo" dijeron los medios.
Que el PRI tiene un peso específico en el contexto político nacional es una situación me parece que es incuestionable, diecinueve de treinta y dos entidades son gobernadas por el PRI y a nivel municipal, poco más del 60% de los presidentes municipales son emanados de este partido. Sin embargo, hay elementos que permiten pensar que no todo está arreglado y preplanchado para los triicolores. Por un lado, las divisiones internas que a pesar de que Beatriz Paredes y Moreira se han encargado de intentarlas obviar, dejaron una profunda huella que ha cobrado ya dos facturas presidenciales y que en el 2010 les implicó perder en estados en los que tradicionalmente eran la primera fuerza política. Siempre se puede contar con un priísta para atacar a otro y la unidad no se genera por discurso.
Por otro lado, la incapacidad de abandonar los modelos viejos de hacer política, en cúpulas cerradas y en reuniones a las que asisten sólo unos cuantos ungidos cuyos apellidos se repiten a través del tiempo una y otra vez. En estos modelos viejos de hacer política se escudan como cuando no eran oposición, para obviar las explicaciones que deberían dar por los excesos y errores cometidos para que cuando menos la ciudadanía los juzgue más allá de la posición que pretenden darse ahora de paladines de la lucha social, de trabajo con, por y para las bases; el mismo que abandonaron por largo tiempo en un exceso de confianza que ha sido repetidamente la perdición de a quien la misma afecta. Ahora, enarbolan banderas que ignoraron e incluso desdeñaron dolosamente. Se presenta así el nuevo PRI que escuchará, que volteará supuestamente a la sociedad pero que en realidad no aglutina en ese sentido, ni estructura las demandas de los sectores sociales que pretende representar, sino tan sólo las voluntades de una camarilla de asiduos asistentes desde hace años al festín del poder.
El debate ciudadano interno y responsable será entre creer en un futuro difícil pero que labremos juntos a través de acción política y social coordinada por líderes responsables en estructuras democráticas o dejarnos vencer por la tentación de voltear hacia atrás a pesar de los costos que ello tenga, a pesar de que no tengan interés en darnos una sola explicación, a pesar de que ya sabemos que si bien las instituciones pueden modificarse, la gente, conforme a la sabiduría popular no cambia y al menos yo, veo a los mismos convidados de siempre quizá tan sólo disfrazados de novedad.
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