mayo 31, 2010

El dinero no se puede comer

La tragedia del último derrame en el Golfo de México y la falta de control ex ante y ex post en este tipo de situaciones, pondrán en evidencia eventualmente una cosa: que el dinero no se puede comer.

Me parece en verdad insultante que se ordene la cancelación de toda perforación profunda en la zona y simultáneamente se acompañe tal instrucción con el aderezo de una corrupción conocida por ser ésta un secreto a voces y se levante el dedo flamígero contra ella. Demasiado tarde.

Eventualidades, imprevistos, siempre los ha habido y los habrá, la discusión me parece que no es esa. Considero que sin caer en el error de sostener a ultranza la utilización de bio-combustibles cuyos altos costos e impactos sociales han sido estudiados en otros lados, no puede en forma alguna desvincularse el tema de responsabilidad del de la exploración de combustibles fósiles.

Asumamos la realidad, no se vislumbra en breve término al menos, un giro en la forma que tenemos de transportanos y mover el mundo en el que vivimos. Las necesidades cada vez crecientes demandan que la oferta se responsabilice por la forma de generación de la misma en un mundo compartido y con ecosistemas endémicos de fragilidad comprobada. La sustentabilidad no es un término académico, es una exigencia a la que todos de un modo u otro nos hemos resistido pero sin la que no hay futuro viable.

No pretendo desdeñar en modo alguno la relevancia específica de diversos temas en la actualidad ni encarar las furiosas reacciones de quienes ansían vitorear hazañas deportivas en breve, sólo quizá plantear que el desinterés por ciertos temas me hacen preguntar a veces si no es más importante velar por la salud de los de casa. Los efectos de lo que hoy pasa, los viviremos y sufriremos por décadas por venir. Derrames anteriores lo demuestran así. Quizá es la inconsecuencia la que me hace preguntar hasta cuándo nos daremos cuenta como lo hizo el indígena americano, de que el dinero no se puede comer.

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