marzo 31, 2011

Entre veletas e indecisos

Alianzas frustradas, convenios y palabras que no se quieren honrar, una vez más. La disciplina partidaria legítima no existe y las figuras al interior de las diversas estructuras buscan terrenos de pseudo neutralidad y con ello postergan posicionarse y según ellos, exponerse.

Nadie quiere romper abiertamente con Andrés Manuel y le hacen el juego por si requieren de apoyos en algún momento posterior, como si tuvieran un conocimiento diverso al que tenemos todos los mexicanos al día de hoy respecto del valor de la palabra empeñada por tan sui generis personaje. Por eso, entre otros intereses que en nada rozan siquiera el interés de la nación, Encinas no va en una alianza negociada por su partido con Acción Nacional argumentando coherencia y principios a pesar de que en otras latitudes se han materializado coaliciones electorales, legislativas y de gobierno por parte de corrientes entre las que en teoría existen pocas coincidencias ideológicas pero que logran superar las mismas con la mira puesta en objetivos más altos y generales. Ebrard por su lado, tampoco se desmarca del tabasqueño de manera definitiva sino que trata y ha tratado de manejar las cosas sin tener que entrar demasiado enfático al tema de su eventual condición de adversario frente a López Obrador de cara a la postulación presidencial del PRD. Cuando ha tenido que hacerlo, se refiere a ello siempre como si tuviese una confianza casi ciega en el respeto que, según su endeble pero necesario argumento (dada su posición), presuntamente habrá de demostrar AMLO a la decisión que no le favoreciera con la candidatura que tanto desea.

Y no es que defienda la mal llamada alianza que en realidad sería una coalición a la luz de las disposiciones aplicables, el tema no es ese en estas líneas. Lo preocupante es que en su intento por no parecer veletas, los personajes políticos del acontecer nacional se convierten en lo que tratan de evitar ser a los ojos del votante y desdibujan con su indecisión las esperanzas renovadoras en el Estado de México; y en tanto la política tiene un alto ingrediente mediático y de percepciones, generan inercias triunfalistas que bien vendidas pueden prender entre la población que sin memoria histórica desconoce los antecedentes de las peores crisis financieras del país y peor aún, ignora que la alternancia en gran medida tuvo que ver también con una sensación generalizada de que no podía continuarse con el insultante grado de corrupción e impunidad al que había llevado el PRI al país amén de las finanzas trastocadas.

Me parece que lo importante a fin de cuentas será que quien haya de llegar, lo haga con argumentos claros, marcando las diferencias y los rumbos, posicionándose como la propia naturaleza del ejercicio de la política lo exige. No aprovechándose de estar fuera del rango de tiro al ser una oposición que mañosamente guarda silencio cuando se le pregunta lo que ellos hicieron en más de siete décadas, no usando el aparato del Estado como tanto se criticó y tampoco tratando de salir ilesos de la lucha tribal y de sus andanzas políticas por si acaso requieren de apoyos en lo futuro.

La claridad mental abiertamente expresada es un activo que debemos empezar a apreciar de este lado del planeta pues la misma no evita las negociaciones sino que les dota de términos comprensibles para todos, las abre al escrutinio y por ende a una transparencia que permite al propio electorado asignar cargas, premios y responsabilidades. Ya es momento de empezar a hablar claro.

marzo 15, 2011

Preguntas relevantes


Esta es una de esas imágenes que recurrentemente vienen a mi memoria ante diversos eventos propios de mi cotidianeidad.

Cartel pegado en Av. Hidalgo, Isla Mujeres, Quintana Roo, México.

Riesgos simplistas

Es un desolador escenario el que pintan los diversos actores políticos en nuestro país. El simplista discurso maniqueo de los unos y los otros no da lugar sino a la risa o la desesperanza. Risa, si se comprende que explicaciones y fenómenos monocausales en política no hay; y desesperanza por ser tratados como incapaces material y jurídicamente, como si careciéramos de voluntad o capacidades de análisis, es más, me parece un tanto insultante.

Es por demás ridículo lo señalado por el líder tricolor en el sentido de que el Presidente de la República ha sumado a las estadísticas de pobreza a un número determinado de mexicanos por minuto. Semejante símil no se sostiene en forma alguna pronunciado así, sin contexto, con la ambición desmedida pero sobre todo, irresponsable por delante. Actitudes no sólo electoreras, que se podrían justificar en una facción que como lo hemos visto, ansía por encima de todo, incluso de su ausencia de propuestas reales, volver al poder; sino que también constituyen acciones irresponsables de desinformación y fatalismos casi griegos en los que arrogantemente se explican a sí mismos como los héroes sin los que la historia nacional no se podrá salvar o siquiera explicar.

Lo que "curiosamente" olvidó el señor Moreira quizá en su discurso disfrazado de conferencia de prensa, es que al Presidente Calderón y a su equipo, les ha tocado sortear una crisis económica global que ha puesto de rodillas a numerosos países cuyas economías se pensaban más estables que la nuestra. Que en semejante contexto, las tasas de interés y la inflación no se han disparado lanzándonos a una espiral inflacionaria como las que como montañas rusas tomaban los gobiernos tricolores anteriormente a costa del ingreso nacional, del pueblo. Situaciones que las lágrimas de cocodrilo de un Presidente pronunciadas  ante el Congreso y en cadena nacional no lavan de las vidas de los mexicanos a los que les tocó perder, de los postrados. Situaciones que por desgracia, el electorado que acudirá a las urnas en el 2012, no conoce. No las conoce porque ese electorado joven es el que se ha beneficiado en primer lugar,de las concesiones graciosas que el régimen de partido hegemónico tuvo obligadamente que hacer con el fin de sostener lo ya casi insostenible al menos por unos años más. Y por otro, es el electorado al que le ha tocado vivir las consecuencias de una alternancia necesaria pero postergada voluntariamente, el que ha vivido en la apertura, un electorado que no tiene memoria y por tanto, no tiene temor de volver atrás.

Es tan burdo el ejercicio de Moreira al hacer presuntas relaciones numéricas de estadísticas de pobreza imputables a su decir al Presidente de la Nación que espanta. Es burdo porque burdo es también que afirme con tremenda ligereza que de volver el PRI al poder todo sería diferente pero jamás se ocupa del cómo. No pensarlo así, nos llevaría a sostener que entonces, el PRI es responsable de la generación del número de pobres (por detestable que suene la categoría) resultante de restar al último dato estadístico oficial, la diferencia a que se refirió el señor Moreira e identificó como aumento imputable al Presidente Calderón y si tuviéramos el dato, el número de personas en condiciones de pobreza que había antes del advenimiento del PNR, o sea, más de treinta y cinco millones de personas cuando menos. Pero por fortuna, no somos reglas de tres.

 Si ese será el nivel de debate que veremos de cara al 2012 insisto, debemos preocuparnos. Y es que entre líderes carismáticos y caciques de miras cortoplacistas quizá perdamos de vista el debate realmente relevante, la conducción definitiva de nuestro país por senderos de crecimiento y desarrollo que se reflejen en las vidas de todos los mexicanos. Quizá perdamos la oportunidad de dar vida nueva a este país y nos quedemos como tantas veces, en el esteril debate carente de ideas, en el deseo de prevalecer simplemente porque no lo haga el de enfrente.


marzo 07, 2011

¿Un nuevo PRI?

El Partido Revolucionario Institucional ha intentado desesperadamente de presentarse a sí mismo con una nueva cara. Esfuerzo vano en el que han sido exhibidos una y otra vez los mismos rostros de siempre bajo los mismos rituales de veneración de siempre. Para muestra, la toma de protesta del profesor Moreira como presidente de las huestes tricolores.

Los acarreos y la compra de voluntades se dieron según diversas crónicas de todo tipo de medios, a la más clara usanza príista de los setentas. Ciudadanos que manifestaron en su ignorancia ir a ver a los candidatos del PRI cuando el evento evidentemente no trataba de eso. El PRI mostró "su músculo" dijeron los medios.

Que el PRI tiene un peso específico en el contexto político nacional es una situación me parece que es incuestionable, diecinueve de treinta y dos entidades son gobernadas por el PRI y a nivel municipal, poco más del 60% de los presidentes municipales son emanados de este partido. Sin embargo, hay elementos que permiten pensar que no todo está arreglado y preplanchado para los triicolores. Por un lado, las divisiones internas que a pesar de que Beatriz Paredes y Moreira se han encargado de intentarlas obviar, dejaron una profunda huella que ha cobrado ya dos facturas presidenciales y que en el 2010 les implicó perder en estados en los que tradicionalmente eran la primera fuerza política. Siempre se puede contar con un priísta para atacar a otro y la unidad no se genera por discurso.

Por otro lado, la incapacidad de abandonar los modelos viejos de hacer política, en cúpulas cerradas y en reuniones a las que asisten sólo unos cuantos ungidos cuyos apellidos se repiten a través del tiempo una y otra vez. En estos modelos viejos de hacer política se escudan como cuando no eran oposición, para obviar las explicaciones que deberían dar por los excesos y errores cometidos para que cuando menos la ciudadanía los juzgue más allá de la posición que pretenden darse ahora  de paladines de la lucha social, de trabajo con, por y para las bases; el mismo que abandonaron por largo tiempo en un exceso de confianza que ha sido repetidamente la perdición de a quien la misma afecta. Ahora, enarbolan  banderas que ignoraron e incluso desdeñaron dolosamente. Se presenta así el nuevo PRI que escuchará, que volteará supuestamente a la sociedad pero que en realidad no aglutina en ese sentido, ni estructura las demandas de los sectores sociales que pretende representar, sino tan sólo las voluntades de una camarilla de asiduos asistentes desde hace años al festín del poder.

El debate ciudadano interno y responsable será entre creer en un futuro difícil pero que labremos juntos a través de acción política y social coordinada por líderes responsables en estructuras democráticas o dejarnos vencer por la tentación de voltear hacia atrás a pesar de los costos que ello tenga, a pesar de que no tengan interés en darnos una sola explicación, a pesar de que ya sabemos que si bien las instituciones pueden modificarse, la gente, conforme a la sabiduría popular no cambia y al menos yo, veo a los mismos convidados de siempre quizá tan sólo disfrazados de novedad.

marzo 03, 2011

La transparencia y sus side effects

Si indebidamente se analiza de una forma descontextualizada el quehacer gubernamental en nuestro país, tal pareciera que de una década a la fecha se cometen más errores o que éstos se notan más. La errónea percepción anterior sin embargo, tiene a mi parecer un origen por lo menos dual. Por un lado, el uso mediático que se da respecto de las noticias negativas y/o escandalosas al ser éstas las que más venden en sentido literal y las que más exaltan el interés del público al explotar de cierto modo la veta de morbo que en mayor o menor medida todos llevamos dentro. Por el otro, lo novedoso de la materia de la transparencia en nuestro país, con todo lo que ello implica, es decir, con sus side effects.

Efectivamente, la transparencia y la rendición de cuentas, elementos consustanciales a la democracia que en otras latitudes son una tradición implantada en el terreno de la política desde hace mucho tiempo, en nuestro país son un tema que no acaba de entrar. Es un tema con el que tanto ciudadanos como órganos de gobierno aún se relacionan con torpeza por su falta de experiencia en el mismo. Nada sorprendente resulta lo anterior si volteamos hacia atrás. Nuestro orden jurídico llegó tarde en esta materia como en la de los derechos humanos en los ochentas respecto de otras naciones con una fuerte tradición democrática institucionalizada. Gran parte de la explicación a estos rezagos normativos es de orden político. Sin incurrir en maniqueísmos indebidos en este espacio, podemos decir que elementos característicos de los gobiernos príistas del siglo pasado en los tres órdenes de gobierno lo fueron siempre el hermetismo y la opacidad en el ejercicio del poder. Elementos que "sumaban" o abonaban a preservar las dinámicas de gran discrecionalidad imperantes en ese México no tan lejano a nosotros pero del que parecemos no acordarnos hoy. Ese México de "partidas secretas", bacanales, despilfarros, de administrar la abundancia y de la renovación moral sin acciones de fondo, de complicidades activas y pasivas con el crimen organizado que son las que nos tienen en la lucha que hoy libramos por su "oportuna inacción" cuando era su deber actuar, de luchas contra las guerrillas y de muchos pero muchos desaparecidos aún ya bien entrados los ochentas.

Y es que en un sistema presidencialista a ultranza como el que tuvimos, corporativista all inclusive y en el que la jerarquía y la cadena de mando eran incuestionables empezando las mismas en la persona del Presidente en turno, eran evidentemente necesarios dichos hermetismo y opacidad para escapar, como durante largos años lo hicieron, al incómodo escrutinio público nacional e internacional. Recordemos que se trata del mismo sistema que generó oposiciones fantasmas para hacer el caldo gordo a sus estrategias y líderes. Sólo así era posible cuidar al partido hegemónico y a sus figuras, manteniéndoles tras bambalinas en los momentos álgidos. Haciendo concesiones graciosas cuando así le resultaba conveniente para preservarse.

Ahora, el debate se da entre los opositores que buscan volver a los Pinos a toda costa y un gobierno que a veces parece torpe en el manejo de la comunicación social. Los primeros, critican a toda costa con cierta comodidad un tanto cínica desde mi óptica, la que consideran tener al ser hoy oposición y saber que muchos de sus trapitos sucios guardados se quedarán sin ser expuestos. El segundo, me parece que no explota adecuadamente los grandes logros que ha habido en materia inflacionaria, recuperación de empleos, tasas de crecimiento, etc. Si lo pensamos adecuadamente errores siempre habrá. Sin embargo, actualmente hay mayores controles, pesos, contrapesos, incentivos y desincentivos que al estar normados, al menos reducen la discrecionalidad que imperaba. El acceso a la información garantizado a nivel constitucional es un músculo poderoso que tenemos los ciudadanos. Ejercer tal derecho implica responsabilidad y hasta madurez y conciencia. Siempre hay quien busca el negrito en el arroz y en política, lo anterior es una condición dada. La posibilidad de que los desaciertos existan no se elimina nunca al ser la actividad de gobierno una actividad humana pero ni todo es malo ni puede decirse que no haya habido grandes avances a nivel macroeconómico bajo los gobiernos panistas (que por cierto recibieron el país en lastimosa situación), los indicadores respectivos que si son más objetivos así lo acreditan.

No esperemos que la batalla cese entre los diversos grupos políticos pero entendamos que es parte de la normalidad democrática el escrutinio constante, el cuestionamiento. Aceptemos que la riqueza a fin de cuentas deriva del conflicto y aprendamos a canalizar este último por cauces pacíficos. No es válido criticar y atacar desde la comodidad de sentirse fuera de rango de tiro cuando la carreta que se viene arrastrando a cuestas no es precisamente la más aseada. No es que el compadre no la regara o fuera infalible y un pan de Dios con su esposa y familia, sino que cuidado y alguien hablara de ello; eso, por fortuna ha cambiado.

La anteposición de los intereses nacionales a los de partido o grupo es la única vía que capitalizará los avances y logros alcanzados para asegurar posiciones, analizar perspectivas y fijar rumbos de crecimiento. Nuevamente nos queda a los ciudadanos la tarea de escuchar con atención y decidir. No se trata de ocultar las cosas sino de poner el énfasis en lo positivo por vía de la razonabilidad. Se trata de creer en nosotros mismos y crecer.