Empezó a llover hacia arriba, sin mojarme y alegrarme.
Comenzó un día de atrás hacia adelante, con cascadas de estrellas que se negaban a ser vistas.
El brillo del sol se vistió con un velo de opacidad y la penumbra del encierro me hizo recordar.
Recordarle...
No pude correr sobre el agua como suelo hacerlo sin más.
Y todo comenzó, cuando el León me dejó de sonreír.
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