enero 08, 2019

Encuentro


En el café de siempre, el silencio del olvido comenzó a hablar.

Así, desapareció su autor en pirueta que como cada día, es un simple milagro.

Simpleza inexistente en un mundo de caos, de incertidumbres y de ríos.

Cada gota es diversa, es única como el universo que cada uno guardamos en el color de los ojos.

Y hoy quisiera caminar descalzo sobre la hierba.

Quisiera, mojar mis pies en aquel riachuelo helado de mi infancia, acampando en cualquier sitio.

Preguntas infantiles lanzadas con los ojos al cielo buscando hacer sentido de las estrellas o simplemente, encontrarles formas.

Te acuerdas? Solíamos dibujar mucho más. Escribir mucho más. Teníamos todo el tiempo frente a nosotros.

Y los días de pesca? Los recuerdas? Y el joven que hoy es viejo y que contra nuestra voluntad, nos embarraba en cremas porque mamá había dicho que el sol nos ardería.

Esa ocasión que nos acostamos en el centro del mundo y la humedad del pasto nos resfrió? La recuerdas?

Si. Pero anda ya, tienes que trabajar.

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