El germinal deseo de empezar, de cero. Como quien ha vuelto a tocar la tierra.
Como quien descubre... Un beso. La sonrisa de un niño. Una mañana de Navidad...
La magia de abrir los ojos cada día y valorarla. Percatarse de que sigues aquí. De que no se ha ido el sol para tus ojos. Quizá tan sólo por ese día.
Por un momento, un segundo, un instante que permanecerá en el tiempo pero en el mismo morirá. Se congelará.
Permanecerá... Entre cuatro pupilas...
Entre cuatro brazos y sábanas cuyas voces son las nuestras. Para siempre jamás.
Entre secretos a gritos entre ambos, como silencios que para los dos son valores entendidos, como caricias que no alcanzan a saciarse en nuestra piel tan sólo porque se trata de ti.
Imágenes que se suceden trepidantes y me colman desde adentro si te tengo.
Y que me torturan de a poco si no estás.
Tan sólo porque se trata de ti.
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