noviembre 24, 2010

¿"Héroes civiles"?

La reciente muerte del señor Alejo Garza en el estado de Tamaulipas a manos de sicarios relacionados con el narcotráfico ha detonado todo tipo de comentarios en medios masivos de información incluyendo el internet. El señor Garza murió tras enfrentar el solo a un comando armado de criminales cuyo líder le había ordenado abandonar su propiedad
Y es que morir defendiendo de maleantes lo que es de uno como lo hizo Don Alejo, es sin duda alguna honroso y loable de frente a morir siendo un criminal y repeliendo a las fuerzas del orden al ser perseguido, de ello, insisto, no cabe duda en mente sana.
Sin embargo, debemos tener cuidado con el modo en el que calificamos los actos valerosos como los desplegados por el señor Garza.
La guerra contra el crimen organizado en nuestro país ha generado y día con día genera bajas no sólo entre los bandos directamente involucrados en librarla sino también, entre la población civil.
Por ningún motivo se me ocurriría poner en tela de juicio la evidente valentía de "Don Alejo", como se le conoce en los medios, y la que sin duda han mostrado en algunos otras plazas de nuestro país cientos de víctimas anónimas de este encarnizado conflicto al defender lo que es suyo o peor aún, a los suyos. Solamente me gustaría recordar que hay deberes encargados al Estado como la salvaguarda de la integridad de los ciudadanos. Deberes en los que hay un grave déficit en nuestro país como se ha reconocido por el gobierno federal pero contra el que se está peleando como nunca antes. Me preocupa quizá que en los medios, los comunicadores empiecen a encomiar este tipo de conductas calificándolas de heroicas cuando en realidad se trata de víctimas que caen abatidas por un problema que parece habernos rebasado en ciertos rubros como sociedad. La justicia por propia mano está prohibida en nuestra Constitución. En la medida que demos contenidos diversos a términos en los que hay claridad corremos el riesgo de justificar acciones brutales. Después de todo, los muertos de Tláhuac aún me parecen recientes y no creo que haya tantas formas de interpretar una prohibición.
Cerremos pues filas con el gobierno a través de la denuncia y el cuidado, viendo los unos por los otros e integrándonos como al principio de la humanidad, por el bien y la integridad común. Es una batalla difícil, pero somos más quienes salimos diario de casa para buscar llevar el alimento a los nuestros por medios honestos que los que no lo hacen así. Sin cobardías pero creo que exponernos al fuego cruzado no nos dejará sino sólo mayores pérdidas.
Descanse en paz una víctima valiente que no es un ejemplo sino un motivo de reflexión.

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