febrero 08, 2012

De actitudes y dispendios

El día de hoy, tras terminar de hacer ejercicio e ingresar al área de vestidores del club deportivo al que asisto diariamente, solicité una toalla, dejé mis cosas en el casillero y fui a bañarme. Inicié, como siempre, con una brevísima ducha que podríamos calificar de "enjuagada" cuyo fin es quitarme el sudor antes de entrar al sauna y así, no sudar encima de lo sudado (por incoherente que ello pueda sonar).

Ahí se encontraba él nuevamente, como casi cada mañana, desperdiciando agua de una manera escandalosa. A pesar de haberlo reportado en varias ocasiones nada había ocurrido. Hice acopio de paciencia recordando las palabras de un amigo que dice que no es que sea yo de mecha corta sino que carezco de ella y me fui al sauna.

Tras quince minutos de estar ahí dentro meditando (la verdad no he encontrado mucho más que hacer en el sauna y trato de evadir pláticas acaloradas ante la de por sí infernal locación) salí a ducharme. Lo peor es que no me sorprendió nada encontrarlo ahí todavía bañándose. Cabe mencionar que las llaves del agua en las regaderas del club al que asisto son de esas que se presionan o se jalan para cerrar o abrir y recientemente fueron remodeladas las instalaciones y demás con el fin de economizar agua.

Enjabonarse y cerrar el agua mientras tanto. Enjuagarse. Shampoo con la misma lógica. Si se hizo bien no hay necesidad de repetir la operación y el orden de los factores en nada altera el producto. Tiempo estimado: no más de siete minutos pues no se trata de un baño de tina y las dimensiones de nadie creo que ameriten tomarse el tiempo que se lleva lavar un camión. Me parece bastante lógico y razonable. ¿No?

Pues no, el agua mientras tanto, seguía corriendo en su regadera. Mientras se lavaba la boca también. Apoyado contra la pared, girando, en una torcida danza de dispendio. Como a diario por más de treinta minutos en promedio. Salí, comencé a secarme, me lavé los dientes en el lavabo, terminé de secarme y el agua no dejaba de correr.

Esta vez fue demasiado, justo me vinieron a la mente las imágenes transmitidas anoche de la sierra Tarahumara y de los estados del norte del país afectados por brutal sequía que no habíamos visto en varias décadas. Todo eso, en contraste con una deleznable actitud de egoísmo e inconciencia que estaba yo presenciando, que ocurría flagrantemente frente a mí. Me hervía la sangre pero me contuve. Con mi tono más amable le dije: "Viejo, disculpa, ¿no crees que tiras mucha agua?" - No hubo respuesta. - "Pablo, ¿no crees que tiras mucha agua?"- insistí.

¡¿Cuál habría de ser mi sorpresa?! Una metralla de insultos a mi y a mi familia a la que por cierto no conoce por "meterme en lo que no me importa", porque él "no tiene la necesidad de escuchar mis #$%& ya que él, por eso paga una cuota al club", ello, amén de diversas referencias de tipo sexual que profirió en mi contra. Quienes me conocen saben que en ese punto estaba yo con un puño listo para hacerle pagar por sus insultos pero volví al ataque buscando conciencia y reflexión, como quien pretende sacar agua de una piedra como habría de descubrir y le dije: "Viejo, te ruego que no seas absurdo, entiende que no es nuestra ni es inagotable, es de tus y mis hijos y nietos. Lo que haces es un sinsentido." A decir verdad, me sorprendí de mi actitud pacífica y conciliadora en tal situación pero como continuara el tipo este con su retahila de groserías, decidí dar cauce a mi inconformidad recabando el apoyo del personal del club quien con lástima pudo constatar la conducta de tan peculiar individuo ante un tema que me parece que es de la más mínima consideración a la colectividad. Ya levantarán su reporte y espero se le amoneste cuando menos.

Como un loco me gritaba desencajado: "Yo hago lo que quiera. Por eso soy quien soy. Por eso pago, para que idiotas como tú no me digan cómo y qué hacer nada. No sabes quién soy yo imbécil, ni con quién te metes" repetía ante las miradas  de trabajadores del club y otros socios apenados por tal escena. Gritó como sin duda lo hizo en innumerables ocasiones, con esa terrible idea dispendiosa y patrimonialista de la función pública que marcó una de las peores etapas del sistema de procuración de justicia en nuestro país. Actitud que a toda costa debemos evitar que se haga de nuestras instituciones nuevamente con independencia de la extracción de la persona de quien se trate.

Porque para su desfortuna, soy un idiota o un imbécil que si sabe quién es. Y es que tengo la desgracia de que en tan hermoso y fraternal club deportivo en el que convivo con familia y amigos de la infancia en ocasiones, está inscrito Pablo Chapa Bezanilla.



Marcos J. Perea Arellano

febrero 03, 2012

¿Lo has hecho?

Y es que si hubieras hablado a tiempo no estaríamos sentados en vagones diferentes del mismo tren. Al igual que si te hubiera explicado a tiempo lo que hacía por correr hacia tí sin tratar de sorprenderte. Dejaste de hablar. De escuchar lo mucho que aún te tengo que contar...

Los dibujos que son de tí y por tí.

¿Llegamos a un punto sin retorno? Me rehuso a creerlo porque tras haber vivido lo que he vivido quizá la única enseñanza que tengo es que el tiempo no deja de irse. Y esta maldita y deliciosa intensidad que desde siempre he encontrado en tí, por tí... ¿Has considerado que estás errada? ¿Que ni el mundo y menos yo, complotamos en tu contra sino que me deshago por tenerte para siempre mía y ya? ¿Lo has hecho? ¿Tras lo vivido me has concedido el beneficio de la duda de que a mí tampoco me gusta perder el tiempo? ¿De que soy racional? De que sentí lo dicho...

Y es que nunca, aún hoy, tu pensamiento me ha dejado de arrancar una sonrisa y aquellos secretos de dos, subsisten a ambos por amor a pesar de lo que podamos decir en el más iracundo de los momentos.

Porque el amor se develó ante mí la primera vez que mis labios tocaron los tuyos, la primera vez que me llevé tu sabor a casa ... envuelta en esa sonrisa y el brillo de unos ojos que me persiguen por las noches amor mío.

Porque el espacio es demasiado, el tiempo lo es aún más y porque no puedo estar sin tí.