Tenía que aprender a acallar su mente justo en el momento en el que su boca deseara desencerrar los recuerdos contenidos en sus lágrimas.
Tenía que aprender a arrancarse el corazón para no sentir. Para no pensar siquiera en sentir.
Tenía que aprender a callar lo que sentía.
El problema en el fondo, era que la verdad hecha de papel como siempre, había sido apretada entre sus manos y las arrugas se notaban aún en la blancura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario